Vivir sin ver mi rostro,una tortura{Sean F. Gallow}

Me había pasado toda la semana entre clase en clase como un buen chico dedicado hasta que de la nada paré en seco y pensé en qué carajos era lo que me pasaba. ¿De cuando acá era tan puntual, responsable, tanto que sobre pasaba los límites establecidos por mis propias reglas con referencia a eso? Solo me tomó un momento para percatarme que en realidad, estaba perdido en la nada, estaba flotando en un mundo paralelo a este y estaba tan inmerso en él que no me había percatado de lo que estaba haciendo en el mundo real, estaba tan absorbido por todos mis problemas que ya necesitaba una distracción para salir de esa tonta ensoñación en la que estaba tan metido. Despeiné un poco mi cabello con mis mórbidas palmas, desde aquel incidente con Allie mi estado de animo había decaído un 50 por ciento y no me estaba alimentando del todo bien. Necesitaba aire fresco, y con eso no me refería al que estaba respirando en ese momento en mitad del campus. Más bien necesitaba otro tipo de aire, desestresarme de todo lo malo que me estaba aconteciendo. Necesitaba salir, despejarme un poco la mente en un lugar fuera de estos edificios tan consumidores. Era casi un máster en eso de ir de caza en solitario, pero esta vez quería reclutar a alguien más para mi objetivo, alguien que ya conocía, alguien a la que solo recurriría porque era casi una especialidad de ella hacerlo tan perfectamente, así, como a mi solía gustarme. Llevábamos tanto tiempo sin divertirnos una noche como antes.

Miré mi reloj con anhelo y una sonrisa de triunfo sentí aparecer en mi rostro cuando me percaté de la hora. Desvié el rumbo de mis pies hacia donde, estaba seguro, encontraría a la castaña sentada en su habitual puesto. Caminé a paso ligero mientras en el camino me deleitaba con la vista del lugar, y sobre todo de las mujeres que por ahí transitaban. Unos cuántos saludos toscos a compañeros, unas cuántas pícaras sonrisas a aquellas chicas que conocí de una manera no muy decente y que siempre me recordaba que aún no había perdido aquel toque descarado.

La cafetería, a esa hora estaba casi vacía, era como un santuario en ese tiempo, y el olor sublime del café se metió en mi interior cual cuchillo en la mantequilla. Aspiré con deleite aquel agradable sabor, mientras me dirigía al mostrador y pedía una taza de café, unos cuantos cupcakes y una rosquilla para acompañar. Mientras me dirigía a aquella mesa en la que esperaría a la protagonista de mi hazaña, tomé un dulce de mi bolsillo y empecé a mascarlo perdiéndome en la inmensidad detras de la ventana, junto al lugar donde me había sentado. No recuerdo cuánto tiempo pasó, solo sé que me distraje lo suficiente como para no percatarme de la llegada de Delilah, pero su inconfundible voz y aquel perfume que siempre la caracterizaba, me sacó de aquel trance en el que había estado. Solté una carcajada ante su esperado comentario y alzando una ceja miré lo que traía en las manos. Bueno, ese plan de sorprenderla con un café se echó a perder al ver el de ella ─ Pues no creo que muchos soportarían dejar de verlo nisiquiera un día ─Le seguí el juego como siempre solía hacerlo. Levantando uno de los cupcakes la miré con una sonrisa esperando que se sentara en la silla vacía que estaba de frente a mi ─ Estoy seguro que te encantaría acompañarlo con este cupcake que compré especialmente para ti ─ le dije mientras le echaba una ojeada a su taza de café ─ Acompañame con tu exquisita presencia, querida ─ acto seguido palmeé unas cuantas veces la mesa y empujando por debajo de esta la otra silla para que ella se sentara ─Tengo una propuesta que hacerte, ¿te interesa?

Sonreí ante aquella expresión interesada con la que me respondió la castaña ante mi pregunta, tomé un sorbo de mi café al tiempo que ella mientras la miraba por encima del borde de la taza, aquellos picaros ojos brillantes de expectativa, tratando de identificar lo que, probablemente, estaría pasando por su cabeza en esos momentos, así, como siempre lo hacía. Pasé mi lengua por mi labio superior, saboreando el resto del sorbo de la bebida que había quedado en él, bajando la mirada y viendo tentativamente el cupcake repleto de dulce que me hablaba, en mi imaginación, muy seductoramente para que le diera una lamida. Ya estaba empezando a lamentar el no haber comprado otro. ─ Estoy seguro que no la hay, mujer. Sé que aunque intentes no puedes negarte a cualquier cosa que te proponga ─comenté en tono burlón mientras apartaba bruscamente la mirada de aquel pastel y la depositaba en aquellos luceros cafés que me pedían una rápida respuesta ─ Estoy cansado de la monotonía de este lugar. Ya sabes, siempre haciendo las mismas cosas todos los días, asistiendo a aquellas clases aburridoras que te tuestan el cerebro─ empecé mi monólogo como si ella necesitara tanta palabrería de mi parte. Reí para mis adentros ante mi lógica ─ bueno, pensé en mi adorada compañera y en decirle que me encantaría ir con ella a un lugar menos... ─miré el local con una mueca en mis labios ante de volver la mirada a ella ─...Aburrido. ¿Tienes alguna idea de dónde podremos ir?

Tomé la rosquilla para darle un mordisco, esperando su afirmación, alguna sugerencia, o cualquiera que fuera su respuesta. Estaba asfixiado, sí, lo estaba, lo sabía, aquel tormento no me dejaba en paz, y precisamente en ese momento volvieron los malos pensamientos; Desde aquel suceso que viví no hacía mucho tiempo estaba devastado, un muerto en vida, y estaba tratando de hacer lo que fuera para olvidarme de mis desgracias, de mi dolor, el haber perdido al único ser que significó en este mundo para mí, mi hermana Allie. Por quien había decidido venir a estudiar, y ahora sin su presencia era como si nada tuviera sentido, como si no valiera la pena seguir las normas, los estudios, nada. Por eso me encontraba ahí, frente a las castaña, frente a Delilah, esperando que sea ella la que me ayudara a olvidar, aunque fuera por una noche, los tormentos que me acomplejaban, que me hacían quebrar en mil pedazos y me devastaba cada día.

Levanté la mirada y sonreí de labios apretados cuando escuché su afirmación a mi propuesta. La miré un tanto coqueto, mal interpretando sus palabras como siempre solía hacerlo cuando de ella se trataba, aquél juego que teníamos, o más bien yo, de coquetearnos el uno al otro todo el tiempo. Y más que ella, yo. -Oh, querida, te escuchas mucho más ansiosa que yo. No desaprovechaba la oportunidad para hacerlo - dije en un tono descarado, en broma, mientras inclinaba la cabeza hacia el lado derecho- Y sí, sé que me seguirías a todas partes de eso estoy seguro - me regodeé brindándole una cálida sonrisa de complicidad. Tomé otro sorbo a mi bebida, la que corrió como hoja llevada por el viento, por mi garganta y la quemaba, haciéndome sentir el sabor un tanto pesado. Aspiré profundamente el aroma a café, pues lo prefería más que su sabor, lo dejé a un lado para terminar la rosquilla que había comenzado, todo esto sin perder por un instante a la castaña frente a mi.

Puse todo a un lado mientras masticaba rápidamente y me acerqué a ella por encima de la mesa, apoyando mis antebrazos para tenerla mucho más cerca -Antes que nada, debes saber que te quiero para todo el fin de semana, asi que, cancela todos los planes que tengas, porque te quiero solo para mí - exclamé en un tono ronco y bajo, repitiendo lentamente cada una de las palabras, como si quisiera que nunca se le olvidaran - Cuanto antes sea mejor , esas fueron tus palabras, sabes que me las tomo muy en serio- Volví a mi lugar mientras analizaba a aquella chica que, sabía, lo detestaba, pero ella no sabía cuando lo estaba haciendo. Esperaba su respuesta, podía imaginarla, predecirla, pero nunca estaría completamente seguro de lo que refutaría. Me interesaba pasar un buen rato con ella, me interesaba conocerla mucho más de lo que ya la conocía.