Un "cálido" recibimiento. #Allina E. Gallow

por **Jennette K. Mackenzie** Sáb Ago 11, 2012 3:26 pm

Para cualquiera que ande de fisgón en el post, aclaro que es corto gracias a que Allina y yo debemos agilizarlo lo más posible, lo sentimos si causa lástima.

Respiré profundamente y contemplé con cierta nostalgia el imponente edificio de aquella fraternidad que tanto me enorgullecí de liderar hacia unos años atrás. Ahora era una más entre sus miembros, pero no por ello me sentía menos. No estaba al tanto de todo lo que había sucedido en mi ausencia, así que estaba algo desorientada con respecto a casi todo en la universidad, y peor aún luego de accidentarme, las cosas no me estaban saliendo nada bien. En fin, ya estaba de regreso, al fin volvía a la universidad, a la vida que me agradaba, a Nadmean. Avancé en dirección a la puerta principal de la fraternidad y empujé con fuerza aquella pesada puerta para abrirme paso hacia la estancia. Alcé mi mirada buscando encontrarme con todo como lo había dejado, tomando en cuenta que pudieron haber un par de cambios, pero mi sonrisa se retorció y mis ojos casi se salen de órbita al ver el lugar. – ¿Qué DEMONIOS pasó aquí? – Dije alzando la voz, quizá un poco de más, probablemente asustando a cualquiera que se hallara cerca, si es que todavía estaba habitado ese edificio. ¿Qué le habían hecho a la estancia? ¿Por qué se parecía tanto a la de Swaney? ¿A quién le habían dado el liderazgo? ¿A MI HERMANA? Por San Pepe Grillo, iba a llorar.

por **Allina E. Gallow** Sáb Ago 11, 2012 5:27 pm

Aún llevaba la sonrisa pegada al rostro cuando entré al recinto de la fraternidad. Había estado ansiosa, desde que el avión aterrizó hasta que ingresé nuevamente a Nightove, estuve pensando en cómo sería volver nuevamente a pisar aquellos suelos que conocía a la perfección. ¿Le habían cambiado algo? ¿Quién sería el nuevo o la nueva líder? ¿Estaban los mismos de antes? Preguntas que se acumulaban en mi cabeza a medida que mis pasos me guiaban hacia el lugar. Quizás sentía demasiada ansiedad, puesto que mi estómago se encogía a cada pisada y sentía millones de de hormigas caminar por mis brazos. Y era tan sólo mi imaginación. Inhalé profundo, solté un suspiro, dejé mi cabeza librarse de los pensamientos. Cuando por fin volví a respirar con naturalidad, me atreví a alzar la mano, girar el pomo y perderme en la inmensa sala que aparecería antes mis ojos. ─Eh, oye tú, si, tú, la rubia con cara de boba. ─le grité a una de las jóvenes que subía a toda prisa las escaleras. La chica se volvió hacía mí con el rostro colorado, evidentemente no le había gustado mi comentario. Sonreí intentando aliviarlo. ─Lo siento, eh, ¿cambiaron la fraternidad Nadmean? Es que... bueno, antes esta era, sólo que ahora es de Swaneys, según veo. ─La otra mujer no se inmutó, la risa que salió de sus labios tuvo un efecto desconcertante en mí. ¿Acaso esta era la fraternidad...? ¿Qué mierda le habían hecho? No le presté atención cuando la rubiecilla respondió un "obviamente esta es la fraternidad Nadmean", porque mi mente se había entretenido en despotricar contra aquel diseño tan ridículo. ¿Quién demonios era el líder descarriado que había hecho ese... ese... tamaño error? ─Tendré que hablar con alguien... oh, por Dios, ¿esos son cojines rosas? ─Mi vista se detuvo un instante en lo que parecía ser una pequeña salita dónde sentarse a esperar e iba a dirigirme hacia ella para comprobarlo cuando un gritillo, me hizo volver la cabeza hacia las puertas. Allí, de pie, con la expresión encolerizada, se encontraba una de las pocas rubias a las que podía considerar inteligentes. Mis ojos se abrieron de par en par al contemplar y mi labio inferior tembló. ─Jenn... ¡Jennette! ─Fue una explosión, una sensación cálida que invadió todo mi cuerpo, provocando la reacción menos inesperada. Grité, de emoción, de alegría, viéndome a mí misma correr hacia ella con los brazos abiertos antes de darme cuenta realmente lo qué hacia. Tenía que aceptar que los años me habían vuelto indiscutiblemente una sensiblera de mierda.

por **Jennette K. Mackenzie** Dom Ago 12, 2012 11:08 pm

Un sinfín de idioteces pasaron por mi cabeza. Pude imaginarme a alguna de las estúpidas Swaneys tomando mi lugar de la nada, y a mis pobres polluelos siendo esclavizados por una basura de líder tan incompetente que tan pronto supiera su nombre estaría complacida de partirle el rostro. Mis puños se cerraron y mis uñas, aun siendo no muy largas estaban desgarrando las palmas de mis manos, pero no podía sentir dolor alguno, estaba demasiado concentrada buscando al culpable de semejante atrocidad. Aquello era simplemente imperdonable, ¿qué clase de bastardo liliputiense había osado meterse con mi fraternidad? Estaba tan concentrada, tan perdida en mis ganas de asesinar a alguien que apenas pude darme cuenta de que alguien estaba ahí cuando sus brazos rodearon mi cuello. Tardé en reaccionar, pero ese perfume tan familiar, incluso después de un par de años, me trajo a la realidad, o eso creía. – All…– Pronuncié a duras penas mientras mi rostro formaba una genuina sonrisa y le devolvía el abrazo con fuerza. Instantes más tarde, solté una carcajada al tiempo que me apartaba del abrazo cuando ella también lo hizo. De alguna manera me tranquilizaba verla ahí, y me hacía feliz volver a ver esos cabellos despeinados y aquella cara llena de pecas. – Por lo menos algo bueno sobrevivió a tanta basura.– Dije mirando con desprecio mis alrededores. – ¿Cuándo llegaste? – Adrede, yo no había avisado que vendría, absolutamente nadie tenía la menor idea de mi regreso, esperaba encontrarme a todos por sorpresa, como ahora. Sin embargo no estaba al tanto de la llegada de All, incluso creía que ella llegaría después de mí. – Es bueno verte de nuevo, bruja.–

por **Allina E. Gallow** Mar Ago 14, 2012 9:06 am

Mis brazos aún seguían aferrados a ella, no supe durante cuantos minutos ─o quizás segundos─, sólo que después de que mis fosas nasales se llenaran de su peculiar fragancia y sus hebras doradas acariciasen mi rostro, su voz melódica interrumpió la línea de mis pensamientos con una de sus agradables risas. Sólo entonces, la solté, al mismo tiempo que ella se separaba de mí y aquellas esferas verdosas se fijaban en mi cara con una sonrisa que aún después de dos años, permanecía intacta en mi memoria. Era bueno volver a ver a mi mejor amiga. Una sonrisa se formó en mis labios ante sus palabras, una de las personas que menos estaría conforme con los cambios realizados en la fraternidad era Jennette. Y la entendía, por supuesto, nada más había que echarle otra ojeada al lugar para sentir mi estómago revolverse con ganas de expulsarlo todo. ─Llegué hace dos días a Londres, pero tuve que quedare allá para arreglar unos asuntos familiares, sólo hasta hoy pude volver a Evesham y a la universidad por consiguiente. ─Omití la parte en que decía que mi hermano había sido tan amable de traerme, claro, Sean se regresaría a Francia en dos días más pero estaba segura que a Jennette no le haría gracia escuchar hablar del mayor de los Gallow. ─Ni que lo digas, yo comenzaba a extrañar tu feo pelo amarillo. ─dije con una sonrisilla, seguramente, palabras a la que Jenn reprocharía, pero que sabía que eran totalmente falsas, al menos las últimas, puesto que la estadía en Francia había sido demasiado deprimente, sin pensar en las cosas que habían ocurrido allí, y la ausencia de aquella rubia se había hecho más palpable que nunca. ─Aunque debo comenzar a reclamarte, ¿por qué no me dijiste que venías? ─pregunté casi de inmediato, frunciéndole el ceño. ─Aún existe el internet, twitter, skype, los correos, el teléfono, las cartas, las señales de humo y las conexiones telepáticas, ¿sabías? ─Le enumeré uno tras otro los medios de comunicación, que de por sí, dos o tres de ellos ni siquiera eran ya usados.

por **Jennette K. Mackenzie** Vie Ago 17, 2012 2:47 pm

Era gracioso como mi sonrisa estaba lejos de desaparecer, en realidad no recordaba la última vez que había visto a All, pues incluso antes de que ambas nos fuéramos, nuestros encuentros se habían vuelto casi nulos debido a cuestiones escolares, ella por sus trámites para viajar a Francia y yo con todos mis problemas debidos a la beca para Suecia y encima que mis padres dudaban de si era o no una buena idea el que me separara de ellos otra vez, finalmente tenían toda la razón en desconfiar de mi ya que acababan de enterarse de todas las veces que mi hermana me había cubierto para que yo terminara por escaparme de la casa por una noche, e incluso por semanas. Escuchaba su voz con ese pequeño acento que luego de dos años se había marcado un poco en ella y a penas me perdí en lo que me decía para recordar algo que su hermano mayor me había confiado hacía unos pocos meses, algo que aún me tenía ciertamente confundida, pero luego de enfocarme bien en ella, de observarla bien, lo había podido comprobar. Sin embargo, Sean realmente no me había especificado absolutamente nada al respecto, es más, era incluso probable que yo hubiese malentendido sus palabras, pero ahora notaba algo diferente en All, algo de lo que antes no me hubiese percatado. ─ ¿Pelo amarillo? ─ Dije haciéndome la ofendida, dejando atrás la confusión en mis pensamientos que no me había dejado escuchar del todo bien las palabras anteriores de la castaña. Claro, era de esperarse que no tardara mucho en reclamarme el que yo estuviera de regreso antes que ella y ni un aviso anticipado había tenido, pero era mi idea, quería sorprenderla, aunque para mi desgracia mi contacto con su hermano se había perdido y fue entonces cuando dejé de saber mucho sobre la pequeña Gallow. Reí ante su reproche y el cómo me mencionaba todos los medios por los que de hecho, pude haberle dicho que regresaría a Evesham. ─ Lo lamento, All, se supone que era una sorpresa, pero me salió un poco mal. ─ Me disculpé algo apenada con una pequeña risilla nerviosa. Realmente me estaba costando reaccionar, tenía varias cosas en la cabeza, comenzando aquello que quería preguntarle a mi mejor amiga, pero, ¿qué se suponía que le dijera? ─ Oye, yo…─ Hablé siquiera antes de razonarlo. Titubeé unos instantes pero ya era demasiado tarde, y mi cerebro no me daba para inventar una desviación sobre lo que ya iba a decir. ─ Estuve en contacto con tu hermano hace un tiempo atrás y em… ¿Hay algo de lo que deba enterarme, Gallow? ─ Pregunté luego de tomar más valor y un cierto aire de molestia que había venido cargando un tiempo debido a la ofensa que representaba para mi el que alguien como ella me ocultara su estado de salud, finalmente, yo era una de las personas con quienes más compartía, porque debía aceptarlo, yo solía acaparar su tiempo adrede, me gustaba estar con ella, por algo era mi mejor amiga, ¿no? Un día iba a enterarme.

por **Allina E. Gallow** Sáb Ago 18, 2012 7:51 pm

La pregunta me tomó desprevenida, de todas las cosas que esperaba que dijera, ese cuestionamiento no se encontraba dentro de esas posibilidades. ¿Por qué lo había hecho?, me pregunté, mirándola fijamente sin percatarme de que tenía una expresión ligeramente paranoica en el rostro. Inspiré profusamente, intentando acallar los ahora ya acelerados latidos de mi corazón y empuñé las manos, controlando así el suave temblor que se había apoderado de mis delgaduchos falanges. No le respondí inmediatamente, sólo me la quedé mirando y luego, de la nada, una suave carcajada afloró a mis labios. Una cosa buena de Francia era que había aprendido a mentir y actuar tan bien que ya nadie notaba los cambios. ─ ¿Eh? ¿A qué te refieres, Jenn? ─le pregunté, haciéndome la graciosilla con una enorme facilidad. Negué varias veces con la cabeza, ladeándola después para examinar a la joven. Mis ojos se deslizaron por el rostro níveo de la rubia, detallando cada facción como una vez hice la primera vez que la conocí. ─No hay nada qué debas saber, al menos no de mi parte, no nos hemos visto en dos años, no tengo mucho para contarte más que tú y tu estadía en Suecia. ─Sonreí, soltando el agarre en mis manos para darle unas palmaditas en el hombro. ─Quizás debas empezar por contarme qué tal te fue por allá mientras subimos a las habitaciones de la fraternidad, ¿no crees? ─El repentino cambio de tema quizás le dejase un mal sabor de boca, pero prefería estar entre las cuatro ─y esperaba aún familiares─ paredes de nuestra habitación.

Rodé los ojos cuando escuché otras voces desconocidas venir desde arriba y me fastidié al pensar que seguramente alguna de esas personas que se dirigían hacia la entrada era la causante del estado deplorable de la fraternidad. Y seguramente, Jennette estaría totalmente dispuesta a asesinar a cada una de forma lenta y memorable. ─Por otro lado, también deberíamos descansar un rato antes de ir en búsqueda de la persona que hizo esto a nuestra querida fraternidad. ─Solté, un largo y fino rictus amargado se formó en mis labios ante la mención del causante de aquello. Más para desviar la atención de Mackenzie sobre cosas que quizás debiera contarle a cosas triviales como el horrible diseño de este lugar. ─Vamos, ¿no? Allá arriba podemos hablar mejor. ─La urgí, cogiéndola de la mano con un pequeño puchero en los labios. Por primera vez, noté el contraste entre las temperaturas. Jennette estaba cálida, demasiado y estaba completamente segura que mis dedos alrededor de su piel se sentirían gélidos.

por **Jennette K. Mackenzie** Lun Ago 27, 2012 12:42 pm

Mis ojos, tan atentos como quizá nunca lo fueron, observaban a Allie cual depredador a su presa. Pude notar su expresión, la forma en que sus facciones cambiaban drásticamente al escuchar mi cuestionamiento, aquel que realmente había sido descarado y poco sutil pero que sin embargo no habría podido hacerlo de otra forma, como si de un vómito verbal se tratase. Estaba segura que si no hubiese podido preguntarle en ese preciso instante, jamás lo hubiese hecho, pero ahora no sabía qué esperar, no estaba segura de cómo reaccionaría. Me sentí una basura por unos instantes hasta que mis oídos captaron aquella risa llena de falsedad y nerviosismo que seguramente era el inicio de un acto tan grotesco que normalmente hubiese acallado consigo tremenda bofetada que podría sacarle un diente a cualquiera. Estaba evadiendo el tema, pero además de aquello, osaba ocultarme aquello que yo me consideraba apta para saber. Sin embargo, de alguna manera era capaz de entenderla. De alguna manera no podía enojarme, ¿qué haría yo en su lugar? Realmente siquiera podía imaginármelo. Estaba segura de que las cosas no habían sido nada fáciles para ella los últimos meses, que estaba agobiada del tema y era lo último que quería recordar, y en serio, no la culpaba. No pude percatarme de la expresión que tenía mi rostro hasta que un par de ligeras palmadas golpearon uno de mis hombros y pude darme cuenta de la seriedad marcada en mi cara. Dirigí mi mirada hacia ella en un vago intento de reconocerle como la Allina a la que me había acostumbrado, pero sobraban pocos rastros de ella.

Sonreí falsamente mientras cerraba los ojos y negaba con la cabeza. ─ La verdad es que te lo he contado todo, All. ─ Confesé. Tragué saliva como si con ello también me deshiciera del nudo que se había apoderado de mi garganta y aparenté cierto fastidio ante aquellas vocecillas que se aproximaban y mis ojos se encendieron casi instantáneamente cuando la castaña mencionó a aquel incógnito el cual más le valía estar tan lejos de Evesham como le fuese posible porque sino iba a encargarme de que no volviera a ver la luz del día. Pero mis instintos asesinos no duraron mucho tiempo pues se vieron interrumpidos por el congelante toque de la joven Gallow. Me sorprendí ante aquello, no pude evitar una negativa, permaneciendo quieta sin decir nada, hasta que por fin entré en conciencia y me propuse a seguirla por los escalones que nos llevarían hasta la que antes había sido nuestra habitación. Durante el no muy largo trayecto hasta el cuarto piso del edificio me torturé pensando miles de cosas respecto a lo que sucedía, pero mis ojos pudieron notar el repentino cansancio que presentó la castaña sin razón aparente, que probablemente era causado por el abatimiento que en general le traía su padecimiento así que simplemente bajé mi ritmo y sin decir nada le seguí el paso hasta llegar a la recámara. ─ Tal y como la recordaba. ─ Dije con alivio al abrir la puerta con mi vieja llave y revivir aquel recuerdo no muy reciente de mi última estancia en Nightove. Me adentré en la habitación y me tiré sobre mi cama, maltendida como la había dejado. ─ ¿Volverás aquí? ─ Le cuestioné olvidándome del tema que me había estado causando una tremenda migraña.

por **Allina E. Gallow** Vie Ago 31, 2012 8:32 am

Mentir. Jamás se me había dado bien. Aún me impresionaba la capacidad que podía tener para expresarlo de aquella manera, aunque se nótase la falsedad, aunque fuese mi mejor amiga a quién le estuviese mintiendo. ¿Cómo expresar aquellas palabras que pugnaban por salir de mis labios? ¿Cómo podía decirle a mi mejor amiga que me moría? El nudo en la garganta se acentuó, la risa falsa se cortó y mis manos temblaron incontrolablemente. No supe cómo fui capaz de llevarla escaleras arriba, con mis dedos aferrados a los suyos, tembloros y gélidos, tratando de acompasar mi respiración a la suya, de que mis pies se movieran a su mismo ritmo. Lo sentía en cada poro de mi piel, como el cansancio iba haciendo mella en cada inhalación. Otra vez no, rogué silenciosamente, comenzando a hiperventilar, realizando un esfuerzo interminable con cada paso que daba, sintiendo la habitación demasiado lejos para lo que en realidad era. Estaba mal, lo sabía, el simple hecho de que llegara como un fantasma a la entrada de nuestro cuarto y que agradeciera el poder postrarme en el primer sillón que vi cerca para recargar aquellas fuerzas que había perdido durante el corto trayecto a la estancia. Ni siquiera me importó mirar alrededor para observar que todo estuviera donde lo había dejado, y en perfecto estado como estaba todo desde la última vez antes de largarme. Sonreí al ver los tan conocidos movimientos de la rubia al acostarse sin mayor esfuerzo sobre la cama, cosa que seguramente a mí me hubiera costado un arduo trabajo. ─No comiences con tus preguntas de respuestas obvias. ─Le respondí en forma de broma, mientras respiraba profundamente y secaba con el dorso de mi mano la pequeña capa de sudor que se había posado sobre mi frente ─Por supuesto que volveré aquí, es mi hogar, ¿a dónde crees que podría ir? De aquí no me sacan ni a patadas. ─Solté con una risilla, pasándome las manos por el rostro antes de volver a inhalar, llenando mis pulmones del aire que había perdido. Rogaba porque Jennette no hubiese notado el estado deplorable en qué me encontraba, más bien, tenía la esperanza de que se encontrase demasiado entretenida en los buenos recuerdos que traía aquella habitación que percatándose de mi salud. ─Ya que estamos aquí, ¿no te apetece una de esas pijamadas tan nuestras? ─Sugerí con una sonrisa. Sabía que era mi intento de desviar todo, al mismo tiempo, era uno de esos ataques emocionales que te daban al saber que, muy probablemente, algún día no estarás para disfrutar de esa persona que siempre estuvo a tu lado. ─Much o alcohol, buena música, secretos y chicos guapos. ─bromeé al mencionar lo último. Estaba segura que Jennette no pensaba en nada de eso ahora.

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